Día 1 Daily podcast Adviento 2021
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Domingo 28/11/2021 La lectura de hoy está recogida del Evangelio según: San Lucas 21,25-28.34-36. Reflexión: I Domingo de Adviento En este Primer Domingo de Adviento comenzamos a prepararnos, con alegría y esperanza, para la llegada del Señor. «Mirad que llegan días, oráculo del Señor, en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia...» (Jr 33, 14-15). Pero la primera parte del adviento se orienta en realidad a la segunda venida de Cristo, que un día vendrá a nuestro encuentro, al final de los tiempos. A esto nos llama hoy la Palabra de Dios, a mirar hacia delante, a ponernos de nuevo en camino esperando ese momento con esperanza, paz y serenidad, porque precisamente entonces Dios se nos hará más presente que nunca. «Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación» (Lc 21, 28). Dios nos acogerá con un amor como no hay otro, nos abrazará para no soltarnos nunca de sus manos. Pero nadie sabe la hora de la última venida. No nos dejemos llevar por la tentación de pretender adivinar la fecha del fin de los tiempos y la segunda venida del Señor. Para cada uno, el final de nuestro tiempo es la hora de nuestra muerte. Y mientras que llega, Jesús nos invita a estar continuamente preparados para ese momento. «Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día… Estad despiertos en todo tiempo, orando» (Lc 21, 34-36). En medio de las agitaciones del mundo, de la indiferencia y del materialismo, Jesús nos invita a estar vigilantes en oración. Y san Pablo nos recuerda qué debemos hacer mientras esperamos “aquel día”: portarnos de modo que agrademos a Dios. «Que el Señor os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, para que cuando vuelva acompañado de sus santos, os presentéis irreprensibles ante Dios, nuestro Padre» (1 Ts 3,12). Amar a todos: o sea, un amor que alcanza también a los que no pertenecen a nuestros grupos, al extraño, al alejado, al emigrante vulnerable, al enfermo desvalido, al vecino gruñón, al cliente pesado, al compañero raro… ¿Cómo vivimos esa espera? ¿Con la fe y esperanza de que la meta de nuestra vida es Cristo, o vivimos como si al final de la vida nada fuera a suceder? Aprovechemos este tiempo de Adviento para reflexionar la mejor manera de prepararnos para “aquel día”. ¡Que Dios os bendiga y que paséis un feliz domingo!