018 - Fausto - Johann Wolfgang Von Goethe Cap 18: Bosque y caverna
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Fausto - Johann Wolfgang Von Goethe Bosque y caverna Fausto, solo. Tú me otorgaste, Espíritu sublime, cuanto de ti imploré. Tu faz, no en vano, me mostraste en el fuego. Por mi reino, la alma naturaleza tú me diste y fuerza de sentirla y de gozarla. Con ojo frío, atónito, no solo me permites mirar en su hondo seno, sino como en el pecho de un amigo. De los vivientes, tú, las filas guías a mi vista, y hermanos tú me enseñas en el tranquilo arbusto, el aire y agua. Y cuando dentro el bosque, brama y ruge la tempestad, de los gigantes pinos las ramas y los troncos en pedazos derribando a la tierra con estruendo, que hace tronar las cóncavas colinas, me llevas tú a pacíficas cavernas; tú, quien soy me revelas a mí mismo, y de mi corazón entonces vense, los prodigios más hondos y secretos. La pura luna, luego, mitigando mis angustias, enálzase a mi vista, y de arbustos bañados en rocío y de rocas, levántanse y se ciernen las plateadas formas de otros tiempos, y esa mi sed, de contemplar aplacan. Mas ¡ay! ahora siento que, del hombre, no es nunca lo perfecto. Tú me diste, con todas las delicias que me acercan más y más a los dioses, ese socio de quien no puedo huir aunque malvado, frío, a mis mismos ojos me rebaje y aun cuando, con su acento, torne en nada tus dones todos. ¡En mi pecho él sopla llama voraz por esa imagen bella y así me lanzo, del deseo, al goce, y ardo, en el goce mismo, de deseos! (Entra Mefistófeles) Mefistófeles ¿No te cansas de esta vida que llevas ha tanto tiempo? Muy bueno es probar de todo y buscar pronto algo nuevo. Fausto Que no te ocupe otra cosa que enturbiar mis días buenos. Mefistófeles Bien, muy bien. Haz como quieras que tus enojos no creo. Con voz locos, desgraciosos, poco se pierde, por cierto; a patadas se los halla mas de veras, le asevero que lo que a su señoría causa gusto o causa tedio, por su faz no se colige. Fausto ¡Me place el tono! Yo debo agradecer que me canses y rompas mis gratos sueños. Mefistófeles ¿Qué vida habrías llevado sin mí, gusano del suelo? Te curé por muchos días, del continuo martilleo de tu magín; por mí, solo por mí, las de Villadiego no tomaste de este mundo. ¿A qué vivir, cual mochuelo, en cavernas y peñascos? Del húmedo musgo denso y las rocas que destilan agua siempre, nutrimento, ¿como el sapo, acaso chupas? ¡Lindo, dulce pasatiempo! El doctor, amigo, tienes escondido aun en el cuerpo. Fausto Tú, ¿comprenderás acaso que nuevo vital aliento, la soledad me procura? Si llegases a entenderlo, bastante Diablo serías para no dar tan extremo goce. Mefistófeles ¡Uno supraterrestre! En las montañas, envuelto yacer en noche y rocío; abarcar la tierra y cielo, con mil delicias; luego, sentir todos los seis días de la creación en el pecho; con orgullo desmedido, gozar no sé qué de tierno; en él todo confundirse. Así desapareciendo el mortal completamente, y después, poner un término, yo no puedo decir cómo, (Haciendo un gesto indecente) a la alta intuición... Fausto ¡Ah! ¡Perro! Mefistófeles No te placen estas cosas; tú, hombre tan moral, derecho tienes de airarte. Decirse delante oídos honestos, no se puede, aquello mismo de que los más castos senos no pueden carecer nunca.