004 - Fausto - Johann Wolfgang Von Goethe Cap 04: Primera parte - La Noche

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Fausto - Johann Wolfgang Von Goethe Primera parte Noche En una cámara gótica, estrecha y de altas bóvedas. Fausto, inquieto, sentado delante de su atril. Fausto ¡Ay, la filosofía, medicina y también jurisprudencia y a más teología, con ardor he estudiado y con paciencia! Y heme aquí, pobre loco, tan sabio como antaño: por doctor y maestro conocido y sabiendo tan poco que a mis simples discípulos engaño, tiempo ha, con palabras sin sentido y veo que no hay nada en todo el humo que llamamos ciencia, y esto me martiriza y anonada. Más que todos los frailes, en conciencia puedo decir que sé; más que escritores y clérigos, maestros y doctores. Ni las dudas, ni escrúpulos me aquejan; ni infierno y diablo temo y vivo en tal extremo que todos los placeres se me alejan. Saber nada completo me imagino ni que algo sea digno de enseñarse; tampoco creo que, del hombre, el sino pueda jamás cambiarse. Y vivo así, sin goces y sin bienes, sin honores ni títulos del mundo: ¡no viviría tanto un perro inmundo! Por eso, me he entregado a la magia, anheloso por ver, de boca y acto de algún sabio espíritu, explicado tanto y tanto secreto misterioso; a fin de que no más mi torpe labio, con dolor y fatiga, lo que no sabe diga: observar el arcano tan profundo que así mantiene al mundo; ver toda actividad y todo germen pasar todas sus fases y no enredarme más en huecas frases. Si tú, luna serena, que tantas noches lúgubres me viste velando siempre triste, por la postrera vez vieras mi pena. Melancólica amiga siempre me apareciste para aliviar un tanto mi fatiga ¡Oh, si de las montañas, en la altura, pudiera yo gozar tu lumbre pura; flotar en las laderas del monte, con espíritus; praderas correr, besadas de tu tibia lumbre; de toda pesadumbre del saber, descargado contemplarme y en tu rocío, con placer, bañarme! ¿Y en esta cárcel seguiré viviendo? Maldecido agujero tan oscuro do el sol no logra entrar sino rompiendo el vidrio pintorreado. Preso entre un doble muro do libros y papeles polvorientos, sucia comida de gusano inmundo; de vasos y de cajas circundado y de viejos y mohosos instrumentos, –herencia que mis padres me han dejado– ¡y este es tu mundo! ¡Llámase esto mundo! ¿Y aun osas preguntar por qué en tu seno palpita el corazón de angustia lleno? ¿Por qué, suma tristeza, vaga y desconocida embaraza tu vida? En vez de la vital naturaleza, en la cual crió Dios a los mortales, tú, entre humo y pudrición, solo te asientas en medio de esqueletos de animales y humanas osamentas. ¡Ea!, ¡huye, vuela a la anchurosa tierra! ¿Y no te bastará la compañía de este libro que encierra, de la magia, los grandes pensamientos? De los astros sabrás de fija vía;

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