Los billetes como armas de guerra: el caso del dólar hawaiano

Historias de la economía - A podcast by elEconomista - Mondays

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Los medios de comunicación hemos recurrido con mucha frecuencia al lenguaje bélico para explicar las políticas monetarias, las decisiones de los bancos centrales o su evolución. Hemos hablado de guerra de divisas para contar devaluaciones de moneda; hemos hablado de potencia de fuego para visualizar la capacidad de los bancos centrales para mantener a flote el valor de una divisa gracias a sus reservas...Pero no todo es vocabulario ni son metáforas. Las divisas juegan un papel fundamental en la guerra real. Un buen ejemplo lo estamos viendo con la invasión de Rusia a Ucrania, y las consiguientes sanciones económicas, que han provocado el hundimiento del rublo. Uno de los capítulos más relevantes, y de los más desconocidos, relacionado con las divisas y los conflictos se produjo durante la segunda Guerra Mundial. En Hawaii circularon dólares especiales a modo de arma preventiva, ante una posible invasión japonesa.Todo comienza con el ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Esta agresión provocó una gran conmoción en el pueblo estadounidense, y además propició su entrada en la II Guerra Mundial. Tal era la preocupación que los estadounidenses, no solo los ciudadanos, sino también los mandos militares, que de verdad creyeron posible que Japón pudiera invadir las islas. Hoy puede parecer descabellado, pero hay que tener en cuenta que el país nipón venía de invadir las Islas Aleutianas, en Alaska, o otros estados, como Malasia o Myanmar.Una de las cosas que más preocupaba en Washington es que, si Japón acababa controlando Hawaii, las fuerzas niponas podrían tener acceso a una gran cantidad de dólares estadounidenses. Un dinero que podrían emplear en mantener los esfuerzos de guerra contra Estados Unidos. Es lo que pasó, por ejemplo, en Manila, que permitió a los japoneses hacerse con 20 millones de dólares tras capturarla.Ante esta situación, el gobernador militar de las islas, Delos Carleton Emmons, en enero de 1942, tan solo un mes después del ataque, decide confiscar todo el dinero en efectivo en circulación. Permite un límite de 200 dólares por persona, y 500 en el caso de las empresas.Y esto fue solo el principio. Seis meses después el Gobierno estadounidense dio un paso más. Ese verano de 1942 ordena la retirada de todos los dólares "normales". En su lugar, la Reserva Federal de San Francisco imprimió nuevos billetes de 1, 5, 10 y 20 dólares. Eran exactamente iguales que el resto de dólares, con tan solo una diferencia: en el reverso estaba sobreimpresa la palabra 'HAWAII', en todo el billete; mientras que en el anverso se situaban dos pequeñas a los lados, con un sello marrón del Tesoro.De ahí precisamente llega el nombre con el que se conocía a estos dólares, los billetes sobreimpresos de Hawaii.Para el 15 de agosto de ese año, ya no se podían utilizar en las islas billetes que no estuvieran sobreimpresos, salvo algunas excepciones que requerían un permiso especial. A partir de ese momento también se retiraron las restricciones a ciudadanos y empresas sobre la acumulación y uso de dinero en efectivo.En total, las autoridades retiraron de la circulación unos 200 millones de dólares. Una cantidad tan grande que ni siquiera tenían claro qué hacer con ella. Ante las dificultades para trasladar todo ese dinero al continente, tanto logísticas como de seguridad, el Ejército desarrolló un plan más sencillo: quemarlo. En un primer momento se utilizó un crematorio de la isla, pero era tanta cantidad que el ritmo de quema no era suficiente, así que tuvieron que recurrir también a los hornos de una planta azucarera. La idea detrás de esta sustitución de moneda era muy simple. En el caso de que Japón llegase a conquistar las islas, un escenario remoto pero no imposible, como decíamos, esos nuevos dólares hawaianos podrían ser devaluados. No valdrían nada. Era una suerte de arma preventiva para evitar que...

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