30 años de la Expo 92: el legado económico que dejó en Sevilla
Historias de la economía - A podcast by elEconomista - Mondays
Ocurrió hace 30 años. Una hora y un día para la historia. Hace 30 años, el rey Juan Carlos de Borbón daba el pistoletazo de salida a la Expo de Sevilla de 1992, un evento que, sumado a la cita olímpica de Barcelona de ese mismo año, haría que la historia de nuestro país cambiaría para siempre.España dijo al fin 'hola' al mundo, con importantes transformaciones para Barcelona y Sevilla a todos los niveles. En el caso de la capital andaluza, la que nos atañe en esta ocasión, su designio como sede de este evento internacional comenzó unos diez años antes, cuando el que el Ayuntamiento de Sevilla aprobó la petición de apoyo para acoger este acontecimiento.En ese momento, arrancó el camino hacia la Expo del 92 con todas las instituciones gubernamentales del país volcadas para conseguir que, a nivel urbanístico y de infraestructuras, la ciudad lograse luz verde por parte de la Oficina Internacional de Exposiciones. Y aunque en un principio la Expo iba a ser compartida con Chicago, en junio de 1985 la ciudad americana comunica problemas organizativos que, en diciembre de ese mismo año, dejan a Sevilla como única sede de la exposición.La Expo del 92 tenía su propio himno y una mascota con nombre propio: Curro fue la mascota oficial de la Expo de Sevilla, un carismático pájaro con patas de elefante, y una gran cresta y pico de colores, que fue creado por Heinz Edelmann. Curro hacía referencia al diminutivo del nombre de Francisco en Andalucía y, a la vez, suponía un homenaje del creador hacia su perro, un chihuahua llamado Francis. La mascota consiguió ganarse el cariño de los españoles, convirtiéndose en el mejor embajador de Sevilla por todo el mundo. Su figura, enseguida, se encumbró como un icono que, todavía hoy, forma parte de la memoria colectiva del país.Así se transformó Sevilla para 1992Y de un pájaro.... a otro. El del tren de alta velocidad, el famoso AVE, que llegó a España de la mano de la Expo con una primera línea entre Madrid y Sevilla, que unía las estaciones de Atocha y Santa Justa con paradas en Ciudad Real, Puertollano y Córdoba. La llegada del AVE fue clave, ya que unía la capital del país con Sevilla, sede de la exposición, en apenas un par de horas.Este no fue, ni mucho menos, el único avance. Durante los años previos, se construyeron carreteras que hicieron ganar a Adalucía 1.000 kilómetros de vías de alta capacidad. También se instalaron varios puentes por Sevilla que articularon la movilidad en la ciudad y se amplió el aeropuerto de San Pablo. En Sevilla, gracias a la expo, todo cambió.La muestra hizo que se recuperara para la ciudad la, hasta entonces abandonada, isla de la Cartuja. Allí, en unas 250 hectáreas, se construyeron los diferentes pabellones en los que se celebraría la exposición. En esos terrenos, se ubicaba el Monasterio de la Cartuja, un edificio emblemático habitado por Cristóbal Colón, y en el que llegó a estar enterrado, que fue reformado como emblema para la ocasión.El gafe de la Expo a las puertas de la inauguraciónY el sueño de la Expo, que conmemoraba el quinto aniversario de la conquista de América, se hizo realidad después de varios imprevistos que casi estropean la fiesta. En noviembre de 1991, se botó en el pueblo onubense de Isla Cristina una réplica del histórico barco Nao victoria que acabó hundiéndose a los 20 minutos de viaje hacia Sevilla con una actriz disfrazada de Curro que tuvo que ser rescatada en mitad del naufragio.La nave fue finalmente reparada y colocada junto a las carabelas de Colón en el famoso pabellón de la Navegación durante la muestra. Pocos meses después, un incendio fortuito destruyó el pabellón estrella de la Expo, el de los descubrimientos, que fue reconstruido con una cubierta improvisada que disimuló los daños de la construcción.Así, pese al gafe que planeaba esos meses sobre el evento, Sevilla acabó inaugurando en abril de 1992 la...