1174 - Lamentaciones 4. El castigo de Sion consumado. Lm 4:11

Descansando en Dios - A podcast by Francisco Atencio

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1174 – Lm 4:11 – Lamentaciones 4. El castigo de Sion consumado.Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos.Recordemos que la estructura del libro de Lamentaciones tiene tres características especiales: La endecha (lamento funebre), el arreglo acróstico y el equilibrio estructural quiastico (Lm 1-5, Lm 3, Lm 2-4).  Por lo cual, Lamentaciones 4 hace un paralelismo con el juicio que se discutió en Lamentaciones 2. Jeremías después de describir la reacción de una persona que pasa por el juicio (Lm 3), de nuevo regresó a estudiar la escena triste que imperaba en Jerusalén: Contrastó las condiciones de la ciudad antes y después del sitio (Lm 4:1-11). Después explicó las causas de éste (Lm 4:12-20). Concluye con un llamado pidiendo la reivindicación de Sion (Lm 4:21-22). Lamentaciones 4 presenta poéticamente la consumación de la ira de Dios contra Judá por la causa del pecado. “Cumplió Jehová su enojo, derramó el ardor de su ira; y encendió en Sion fuego que consumió hasta sus cimientos.” (Lm 4:11). El ejército babilonio quitó la vida a espada a la gran mayoría de la población que quedaba en Jerusalén, violó mujeres y un mes después saqueo y destruyó a fuego la casa del rey, la casa de Jehová (el templo) y los principales edificios de la ciudad.  “Niños y viejos yacían por tierra en las calles; mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a espada; mataste en el día de tu furor; degollaste, no perdonaste.” (Lm 2:21).I. Contraste de la ciudad antes y después del sitio (Lm 4:1-11). Lamentaciones 4 además de hacer un paralelo con Lamentaciones 2, se observa que hay un paralelismo entre Lm 4:1-6 y Lm 4:7-11. P1). El valor de los hijos de Sion fue despreciado. (Lm 4:1-2) con el valor de los príncipes (nobles) fue despreciado. (Lm 4:7-8). P2). Los pequeños y los adultos sufren. (Lm 4:3-5 con Lm 4:9-10). P3). Conclusión: Ambas llegan a la misma conclusión: La calamidad presente de Jerusalén era castigo de Dios por su pecado (Lm 4:6 con Lm 4:11). “¡Cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo! Las piedras del santuario están esparcidas por las encrucijadas de todas las calles. Los hijos de Sion, preciados y estimados más que el oro puro, ¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!” (Lm 4:1-2). Jeremías inicia comparando a Jerusalén con oro sin brillo, y con piedras preciosas desechadas y explica su lenguaje figurado diciendo que: El “oro” y las “piedras”, eran los hijos de Sion, preciados y estimados, los habitantes de Jerusalén. Cuando la ciudad estaba en sus días de gloria, habían sido preciosos como el oro puro, pero se habían convertido en vasijas de barro. Contrasta que el trato de las madres hacia sus hijos, durante el sitio, fue peor que el de los animales salvajes con sus crías (Lm 4:3-5). Finaliza la primera estrofa comparando a Jerusalén con Sodoma, pero el castigo de Jerusalén fue peor, prolongado y a pesar de la ayuda de Egipto, que el de Sodoma que fue momentáneo y sin ninguna ayuda “Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.” (Lm 4:6). Finaliza la segunda estrofa contrastando los que murieron a espada con los que murieron por el hambre y que el origen del castigo era el enojo de Dios por causa del pecado. “Más dichosos fueron los muertos a espada que los muertos por el hambre; porque éstos murieron poco a poco por falta de los frutos de la tierra.